sábado, 13 de enero de 2024

DIEZ DÍAS

 



https://www.youtube.com/watch?v=pRx10vBNLTo


      Querida, mamá. Hoy es sábado. Te escribo al mediodía, desde mi casa, bajo un tierno rayo de sol que guía mis palabras. Ninguno de estos días pasa desapercibido para mí, desde el 9 de enero hasta el 19 todos llevan una carga, todos hablan de ti, de tu partida, de tu marcha, de tu pérdida, de cómo nos sentimos, de cómo me sentía, de ti, mamá. Diez días, solo diez.

Puedo recordar el día nueve, cuando me despedí de ti como cualquier otro sábado, pero que iba a ser, sin yo saberlo, la última vez que te vería. El diez, cuando me quedé en casa porque hacía mucho frío y tú estabas con mis hermanos. El día once, cuando durante todo el día en el trabajo tuve una tosecilla extraña. El doce, cuando no pude ir a trabajar porque no era capaz de levantarme de la cama y ahí ya sospechábamos que podría no tratarse de una simple gripe. El día trece cuando se te llevaron al hospital; fue entonces cuando cayó sobre todos nosotros el peso del terror como un tsunami. En el catorce, el miedo nos hizo un placaje por contacto directo y fuimos confinados en cuerpo y alma. El día quince lo recuerdo bien, me veo con mi hermano Emilio, después de haber movido mil y un hilos, haciendo cola, muy enferma y con fiebre bastante alta, en un improvisado ambulatorio de campaña para realizarnos las tan cotizadas entonces PCR. El dieciséis, directamente no está en mi memoria, no lo recuerdo en absoluto. En el día diecisiete, sí sé que tenía un dolor intenso en el costado al respirar y que me tenía muy asustada porque se hacía insufrible al toser, aún estaba dentro de los días críticos para poder  desarrollar algo más complejo. El dieciocho directamente  se convirtió en un dolor más intenso físico, pero también del alma. El diecinueve, en el diecinueve me dijeron a través de un RX de urgencia que en mis pulmones no había nada, pero, para entonces, tampoco lo había ya en mi corazón.

Te marchaste para siempre, mamá.
Vamos a hacer los tres años, solo tres desde que nos dejaste. Sé (y la verdad no me importa en absoluto) que para algunas personas ese “solo” es un “ya”. Cómo cambia la frase y su significado con una sola palabra, pero es que el tiempo y el dolor usan unos baremos distintos para cada alma, para cada corazón…y esto, esto solo te lo enseña la vida con un golpe tras otro.

Aprendes, sí, hay una gran enseñanza intrínseca en cada vivencia de este tipo, de esta magnitud. Pero no importa si lo integras o no, porque la vida, esa experiencia bella, hermosa y, a veces, cruel, te asaltará otra vez implacable con aquello que le venga en gana y te golpeará de nuevo en las costillas con un familiar, con una amiga, con la amiga de otra amiga, con un conocido…con personas que te importan; con dolores que no son ajenos y con los que tendrás que lidiar, con los que te acabarás dando cuenta de que el fuego no acaba que, puedes guardar puntos que canjear en la casilla del comodín para un viaje, una tarde de relax, una experiencia sensorial inimaginable y única, sí, todo eso es maravilloso y hay que disfrutarlo, “debemos” disfrutarlo, al igual que todo lo demás que esta experiencia humana nos otorga y nos regala tan solo por el hecho de estar vivos. Hay que ser agradecidos, eso es de bien nacidos; eso decías tú siempre, mamá, pero no seamos tan ingenuos, tan superficiales o hipócritas de pensar que todo va bien porque en la última analítica te salieron en rango las transaminasas después de una borrachera.

Una vez leí que la vida se asemeja al latido del corazón, sube, baja, se mueve, tal y como lo dibuja un electrocardiograma. Si la vida fuese plana, una linea recta, igual que ese pitido sordo y constante que todos sabemos reconocer, estaríamos muertos.

Así que agradece, vive, sí, pero no como los demás te digan o, como la sociedad te empuja a creer que debes hacerlo. Vive tal y como tú desees, sin hacer daño a nadie obvio, pero disfruta de lo que te dicta tu corazón, de aquello que te gusta y te hace feliz, de lo, y los, que tienes a tu lado, de ti misma o mismo, porque los amaneceres son gratis, pero los funerales cuestan dinero. Porque respirar es regalado y las bombas de oxigeno se cotizan muy alto. Porque la estancia en la tierra es un privilegio con fecha de caducidad que, llevamos escrita, con tinta invisible, allí donde no llega nuestra mirada.

La vida es bella, pero sobre todo lo es aquello que transcurre mientras ella sucede ante nuestros ojos, y no es que lo diga yo, en realidad, todos lo sabemos muy bien.

Mi vida ha cambiado desde que mi madre murió (aún me cuesta sacar esta palabra de entre mis dientes) y, aunque las oportunidades y las personas son las mismas, mi forma de dirigirme hacia ellas es muy distinta. Para mí el “solo” se ha convertido en un compañero doliente pero muy sanador y maestro que, no pienso forzar ante el “ya” en lo que se refiere a la linea temporal, se entienda o no. Se trata de unas reglas no escritas que existen desde el principio de los tiempos y, que ya va siendo hora de que alguien las haga, más tangibles, más reales y extirpe de una vez por todas el estigma que cae sobre el duelo y su duración. 


“La aflicción es un estado humano, no médico, y aunque haya píldoras que nos ayuden a olvidarla –y todo lo demás– no hay pastillas que la curen. Los afligidos no están deprimidos, están debidamente, justamente y matemáticamente tristes”  Julian Barnes. 


No estamos ensimismados, no nos regodeamos en el dolor, no estamos deprimidos, no somos masoquistas y mucho menos deseamos permanecer aquí. Somos dolientes en un viaje sin tiempo atravesando la tristeza. 




Imagen 📷 : Archivo personal

Música🎵 : Paul Weller - The Pebble And The Boy

domingo, 12 de febrero de 2023

FEBRERO



https://www.youtube.com/watch?v=JurjLbopx0c


Hoy es la víspera.
Un día más que se acerca a un recuerdo. Memorias que se almacenan en nuestro interior como libros que albergan historias en una estantería. El librero en el que poco a poco vamos convirtiendo nuestra vida.
Yo utilizo cada uno de los huesos de mi caja torácica a modo de estantes. Deposito entre ellos los ejemplares más importantes, aquellos que deseo llevar cerca de mi corazón.
Mañana, en el mundo, será un día más, uno cualquiera entre tantos que nos regala la vida. Otro libro. Pero en mi pecho vibrarán las hojas de un tomo que lleva muchas esquinas dobladas. Marcas que fui dejando antes de escribir su penúltima página.
Existen historias que se escriben durante toda una vida, las hay, también, de las que se narran tras una muerte, o incluso hay algunas que nacen de la nada. Pero existen otras muy distintas. Las sin tiempo. Estas no poseen un final pues escapan de toda lógica y, por supuesto, no sucumben ante la razón. Tampoco tienen un principio ya que existen desde siempre, son antiguas, tanto como el universo.
Y esta, la que vive resguardada entre las páginas de filo dorado, fruto de los rayos del sol. Esta, la que permanece al cobijo del viento con palabras talladas por la luz de las estrellas. Esta, la historia a la que los ojos del cielo y el mar han mirado con cariño tantas veces. Esta que encierra secretos susurrados a la brisa. Esta, la historia que posee la sabiduría de las almas viejas. Esta, la que lleva entre sus manos el perdón. Esta, la historia compasiva, la historia que ha sido concebida para comprender. Esta, la historia del amor sin límites. Esta y no otra es la que está escrita en ese libro de aspecto desvencijado ante los ojos ajenos.
Mañana, cuando el alba rompa en pedazos la oscuridad, el amanecer, con su mano delicada, abrirá este libro por la página señalada. Lo dejará apoyado con ternura sobre mi pecho. Sentiré el peso de lo que fue real y la fragilidad con la que ahora llegan hasta mí todos aquellos recuerdos. Respiraré, nuevamente, la historia escrita que encierra en su interior y las horas del día marcarán el ritmo de los acontecimientos pasados, así como también lo harán con el presente. Las manillas del reloj nunca  se detienen, no lo hacen por nada ni por nadie, tampoco las emociones ni los sentimientos y mucho menos, la vida.

Al llegar el ocaso, con su manto de noche, lo tomará de nuevo. Deberá arrancarlo de mi piel, pues ella recuerda el tacto y se lo queda, lo mimetiza, pero la noche se lo lleva, debe hacerlo. Marcará la página, lo cerrará y colocará de nuevo en su estante, mi costado izquierdo, en la costilla flotante, allí donde llevo escrito, al filo, al borde, tu nombre.


Hoy pienso en mañana y mi corazón se aferra a tu libro, se impacta contra mis costillas en busca de la historia que una vez, aquí en la tierra, compartimos.


📷Imagen: Un tranvía llamado deseo

🎧Música: Billie Holiday "I'll be seeing you




 

sábado, 2 de julio de 2022

LA LOCURA

                 


https://www.youtube.com/watch?v=0h2dXIB8sWA                   

                 

          Al principio solo eran sus manos, después llegó
                  su cuerpo y más tarde todo lo que vino con él. 

          La tocaba de forma delicada pero con la licencia de quien sabe dónde y cómo deslizar sus dedos por la piel. Buscaba los nudos atrapados entre sus músculos intentando deshacer cada lazo atado por la tensión de la semana. La destensaba igual que las cuerdas de una guitarra, afinando la carne, atravesando capas hasta llegar a la médula del dolor. Y esto sucedía cada vez, en cada uno de sus encuentros, como mantras ungidos de aceite que recorrían su cuerpo derramándose entre las manos de él. 
No recuerda cuándo sucedió ni cómo, qué provocó un día cualquiera el tacto distinto de piel con piel. Reconoció de inmediato aquel aroma dulce que inundó la estancia, se coló en su interior a través de sus poros, de su cabello, de su sus ojos. Se llenaba, se colmaba, lo respiraba a él.
                                                                  Se fundieron.

Eran un solo ser recortado sobre un fondo blanco, vibrando en aquel espacio que cada vez se hacía más pequeño, quedando reducido a ellos, a sus caricias porque ahora se tocaban. Porque ahora se vieron por primera vez. Y se envolvieron entre manos y piernas, vientre y pecho. Lenguas rizándose, acogiendo sus labios carnosos, hinchados por el deseo que estiraba de un hilo invisible en su interior. Así ardían ahora aquellos dos cuerpos que olvidaron las palabras.
La música de los roces se armonizaba con los besos, con los gemidos ansiosos por encontrar los puntos escondidos en llamas del otro.Y así, la cuenta atrás del reloj marcó el final del tiempo y estalló el deseo dentro y fuera de sus cuerpos, entregados al climax de la piel, de sus órganos, de sus bocas ahora abiertas de par en par inhalando la vida.
 
Sonó una alarma. La sesión había finalizado.

Ella permanecía boca abajo en la camilla y él secaba con papel los restos de aceite en su espalda. Abrochó con delicadeza los corchetes de su ropa interior y la dejó allí unos instantes para que se recuperase del masaje. Cuando la abandonó en aquel pequeño habitáculo, le alcanzó el aroma dulce que desprendían sus manos. Una sonrisa se dibujó en los labios de ella y los descubrió extrañamente doloridos. 
Al salir tomó otra cita para la semana siguiente. Igual que una yonqui, volvería para su dosis sobre la camilla donde, volar y respirar eran deseo y piel. Un viaje más allá de la realidad.
Una locura.

📷 Imagen de internet
🎧 Tema: Joni Ramos

domingo, 22 de mayo de 2022

ADIVINANZA





https://www.youtube.com/watch?v=Hn7noDoo3ns
 

Qué posee el llanto que nadie desea escuchar…

Qué notas se mecen, en los vaivenes de las lágrimas nocivas para nuestros tímpanos. Qué se oculta entre los hipidos, como paréntesis de esa historia líquida que se derrama por la piel. Qué aflora por el lagrimal sin remedio que escuece e irrita nuestros ojos nublando la visión. Qué sabor tienen las lágrimas para que todo el mundo insista en que no llores. Qué partículas se desprenden debajo de tus párpados y viajan hasta tu nariz convirtiéndola en un vertedero. Qué ocurre detrás del llanto en tus ojos que tan intensamente estira de tu corazón. Qué alivio provoca la sustancia de la que están hechas las lágrimas para que necesites exorcizarlas de tu alma. Qué ha de ocurrir, a veces, para que lloremos sin consuelo y siendo, paradójicamente, llorar nuestro único consuelo.
Qué posee el llanto que nadie desea escuchar…


*Por aquellos que se marcharon y los reencuentros de almas. Os quiero. Siempre. 💕


domingo, 19 de diciembre de 2021

SINFONÍA DESCONCERTANTE

      
https://www.youtube.com/watch?v=B8FWjggNJj8&list=RDB8FWjggNJj8&start_radio=1

  Dícese de cuando la composición de los acordes pierde su armonía y serenidad. Provocando de esta manera una disconformidad de los elementos que, en una acción de entendimiento y musicalidad pretendían sintonizarse en un dial llamado cordialidad. Según la W.I.N.T.E.R (Invierno Inteligente de Narrativa Tecnológica, Elegante y Romántica) esto sucede cuando la realidad te pega una ostia que te deja asonante, discordante y cualquier otra forma de vida tipo ameba por los siglos de los siglos.
Por eso hemos creado la tecla de bloqueo y borrado en los dispositivos electrónicos. Además poseemos la capacidad de romper y tirar todas aquellas cosas empapadas por sinfonías no deseadas…Solo que cuando esa melodía se te ha metido en la caja torácica, y te encanta porque tiene un vibrato por el que tu frecuencia de altura y velocidad en las cuerdas cardiacas no encuentra parangón, entonces, la serenidad y el entendimiento se vuelven contra ti. Te rompen esquemas y pentagramas que desearías no saber leer, tampoco interpretar, porque la sintonía que amenizó aquellos comienzos, aquellos momentos de manera alegre y jubilosa, ahora se ha convertido en una marcha doliente, casi fúnebre que, de una forma angosta, oscura e incluso me atrevería a decir tenebrosa, te golpeará el cerebro cada noche para impedir tu descanso (doy fe de ello) Y te torturará hasta conseguir ese grado de enajenación en el que un concierto y una sinfonía, puedan por fin ser “una sinfonía concertante” aunque a ti se te haya roto el corazón por el desconcierto, llevándolo a una de esas noches oscuras del alma. En definitiva, decepciones de mierda, hablando en plata, acero o criptonita, me la suda. Sí, esta también soy yo. Es mi lado Hyde. Os lo presento: Mss Winter Hyde, ustedes. Ustedes, Mss Winter Hyde.
Pero vaya, que escuchar musiquita es lo mejor del mundo mundial, eh? Lástima que fueran los Hombres G quienes acuñaran el término “Todas las canciones te recuerdan algo” Si no fuese por su tema “La playa” para mí su mejor canción, les daría pero bien, a los recuerdos de mierda.
Cuesta mucho conseguir sacar de tu cabeza el tema que escuchaste mientras sucedía tal o cual cosa en tu vida. No importa de qué índole sea, me refiero a esos hechos que te han marcado con una x bien grande el lado izquierdo de tu pecho. Los escuchaste en bucle, bendito él por siempre, saciándote de ellos, hasta que no pensabas más que a través de las letras de esas canciones y, te movías al son de cada una de sus notas. Tu vida era una gramola girando continuamente con los altavoces cosidos a tus orejas.
La música nos acompaña, a muchas personas, a lo largo de nuestra vida. Una banda sonora particular que bien somos nosotros mismos quienes producimos o llega por cuenta ajena y la hacemos tan nuestra como si la hubiéramos parido o descubierto debajo de una losa en el salón de casa. Tesoros  que en ocasiones nos negamos a soltar, incluso a compartir porque son tan íntimos que sería cómo desnudarnos ante el mundo. Gracias a los dioses y al universo que existe en Spotify, o en otras plataformas, el modo privado ¿verdad? Por supuesto también tenemos listas de las que avergonzarnos, o ¿quizá no? Bueno, dejemos los temas escabrosos para otro momento y por supuesto la libertad de cada individuo para escuchar aquello que le apetezca y le salga de sus más íntimos deseos, ocultos o no.

Pero volvamos al tema que nos concierne en este momento. La música que te rompe. Aquella que te hace añicos porque cada nota se clava como un puñal a traición en tu espalda. Aquellos temas que no podrás volver a escuchar durante mucho tiempo o quizá nunca jamás, porque te agita la sangre de tal forma que consiguen sacarla de tu cuerpo y te quedas sin ella, durante horas, días…o años.
Yo tengo algunos temas de esos, varios más bien. Los hay vetados por tiempo indefinido porque las lágrimas caen, al escucharlos, como cascadas del trópico. Luego están los que sé que pronto podré introducir de nuevo en mi banda sonora vital porque, ya van haciendo sus pinitos. Van muy poco a poco, pero despegan algunas estrofas de cuando en cuando del fondo de mi garganta. Y después existen otro tipo de canciones, aquellas que duelen hasta quedarte sin sentido. Esas que al escucharlas pierdes la capacidad de respirar junto a todas las facultades que te hacen sentir humana; todos los sentidos, incluida la consciencia de ti misma. Permaneces a la deriva del espacio, de la vida. Ya te quedaste sin sangre ¿recuerdas? Y ahora te quedarás sin piel, sin carne, porque en el espacio se corrompe, se desmenuza como cartón. Perderás las uñas, el pelo y los ojos se te saldrán de las órbitas. Finalmente solo tus huesos permanecerán inertes, dejados llevar por la nada, entre planetas y la vía láctea. Un esqueleto bailando a través de toda esa energía oscura. Un títere de color marfil, entre estrellas, púlsares, gases y agujeros negros. Pero seguirás escuchando esas canciones que te persiguen y obsesionan porque te lo quitan todo y a su vez permiten que sigas adelante. Son una droga a la que eres adicta, lo eres a su dolor, al que provocan esas sintonías y, no puedes dejar de escuchar los armónicos porque, son una droga de acordes utópicos que finalmente aunque desaparecieras para siempre, te acompañarían hasta el infinito. Todo ello, tus huesos y tu música, crea una sinfonía concertante en el universo, interpretada con tus sentimientos. Aunque a veces tan solo sea una ilusión.

📷 Imagen: Velvet Estef
🎆Tema: 
When Your Mind's Made Up  de Glen Hansard

domingo, 28 de noviembre de 2021

BAILA CONMIGO

         

https://www.youtube.com/watch?v=HOWbjKpef_w

       
         
Hacía tiempo que no me sentaba delante del temido folio en blanco, con mi silla cómoda y mis teclas inmaculadas después de tanta limpieza y tan poca práctica. Y no es que no haya hecho uso de las palabras, tengo mis cuadernos y además, ahora hay otras maneras de escribir. Todos tenemos un móvil o una tablet en los que volcarnos de cabeza en las redes sociales para, mostrar nuestras más impúdicas desdichas y por supuesto, dichas, cómo no.
Mostrar, siempre mostrar, enseñar más allá de lo innombrable para satisfacer/nos. Queremos pensar que es un compartir inocente de fotos y/o escritos, pero nuestro ego más profundo necesita alimentar aquello que detrás de la pantalla nos hace creer que somos más válidos, más
guays, más queridos. Yo misma lo estoy haciendo en este momento. Estoy desabotonando mi pecho y agarrando con esta mano invisible, el guante ciber lo que sea, para enseñarte, y enseñarme muchas veces, quizá de manera obscena, aquello que en ocasiones ni yo misma deseo ver dentro de mí. Compartimos felicidad, miedos, inquietudes, amores y desamores, las tristezas más profundas con desconocidos que a golpe de likes te otorgan la tranquilidad y felicidad de que aquello por lo que has perdido la razón, y que te ha costado la mitad de tu corazón, ha valido la pena, porque si tienes una cantidad ingente de “me gusta” en la red, todo está bien. Y así, nos lo creemos, todos.
    Nos hemos perdido, yo misma me reconozco ahí, estamos desubicados entre plataformas de nombres ridículos e hilarantes como Tik Tok  ¿qué es eso? ¿va en serio? No digo que tengamos que estar viendo documentales de historia, del universo, o enumerando los nobeles de física, pero hemos llegado a un punto de pornografía (permitidme esta palabra) absurda y pueril qué…a veces, deja poco espacio para aquella imaginación que nos hacía viajar, sentir, soñar, desear…e ilusionarnos. Sí, quizá yo sea una romántica obsoleta y anticuada de esas que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo sé, no es exactamente así, las redes, los cables invisibles nos han otorgado vías increíbles de conocimiento y acceso al mundo, pero a la vez se ha perdido el elemento sorpresa y de ensoñación cautivadora. Se ha dejado de cultivar la paciencia por la inmediatez. Cualquier cosa o persona está al alcance de nuestra mano, tanto que, ya no tiene ningún valor, no le damos importancia al poder acceder hasta ella.

Lo siento, yo no soy de las que me cago en el romanticismo ni lo veo como algo perjudicial para la salud. Todo lo contrario. Como todo, en su justa medida lo encuentro beneficioso. Un porcentaje bastante elevado del arte tira del hilo intangible del romanticismo, aunque muchas personas deseen negarlo, decapitarlo y relegarlo al ostracismo más oculto de la belleza. Y si no, hagamos un acto de contrición todos aquellos que vivimos tirando de él, de ese hilo, aunque muchas veces sea de manera inconsciente. Creo que contamos algo más de los dedos de una mano, muchos más, me parece que ea así, si somos honestos.

Pero debo permanecer y encontrar mi lugar, intentar adaptarme. Sentir que formo parte de esta vida, de la sociedad en la que nos ha tocado vivir entre internet y la realidad. Me gustan las palabras, su belleza, aquello que son capaces de trasmitir, de hacerme sentir, ya sean las mías o las de otras personas. Expresarme y escribir. Tengo alma de escritora, aunque el nombre me quede grande, seguiré intentando hacerme, con todo mi respeto, un pequeño hueco entre las letras, las románticas siempre, por supuesto. Quién sabe, quizá un día me leas y éstas se muevan en tu tripa y, te hagan sentir emociones, sentimientos ya sean de halago, condena o repulsa. Sea lo que sea, si sientes, yo ya seré feliz por haber provocado un movimiento en tu interior.
El universo está en continuo movimiento, la vida lo hace cada minuto, cada segundo de existencia. 
Eso somos, movimiento.
Baila conmigo.


jueves, 12 de agosto de 2021

Terceros latidos


 

         


https://open.spotify.com/playlist/4SwlKnltS2sdOqrf7XFSSH?si=9d12efcf40dc42f1

               

              Sé que me has buscado. Imagino tu angustia al llegar la noche sin noticias mías. Pasar las horas encerrado en esa habitación de hotel, en otra ciudad, en otro país. Atacando el mini bar cada diez minutos, con la música sonando dentro y fuera de tu cabeza.  
Puedo imaginarte tumbado en la cama, completamente vestido, sintiendo el techo caer sobre ti, aplastando tu aliento contra las frías y solitarias sábanas.
En el baño, el agua caliente de la ducha golpea con ansia las baldosas y, el vapor, con olor a cloro, inunda la estancia creando un ambiente fantasmagórico a la luz de la lamparilla. El alcohol comienza a verter su efecto sobre ti. Tu visión se nubla y humedece, no sabes si lo que ves es real o no. Afuera la ciudad sigue viva. Hace unas horas que el sol se hundió como una moneda en la ranura de una gramola. Y todo comienza de nuevo, con otro fondo, con otro telón, en la penumbra. Los sonidos de la calle ascienden por la fachada. Sombras trepadoras con un instinto depredador que, buscan una presa sobre la que derramar ese bullicio al que se enfrenta un alma derrotada.
Ya en la ducha dejas que el agua caliente diluya por el desagüe el miedo que tapona los poros de tu piel y te impide respirar. Miras tus pies dibujados sobre el mármol blanco, parecen asentados y firmes pero en realidad están  temblando. Convulsionan sobre ese precipicio inmaculado al borde de un abismo que succiona tu cuerpo desde abajo hacia las cloacas de la ciudad, donde el silencio y la oscuridad podrían proporcionarte ese estado de embriaguez que buscas en el alcohol y asépticas habitaciones de hotel.
Te veo desnudo frente a la ventana, con una toalla en la mano, frotándote el torso, ensimismado, con la mirada perdida, intentando redimir el frío apaciguador de la ansiedad que caracteriza el calor del infierno que estás viviendo. El Spotify de tu móvil está en aleatorio, salta de un tema a otro en esa playlist que hace tanto tiempo creamos juntos en una calurosa y corta noche de verano. Los temas se suceden proyectando imágenes en tu cabeza igual que una película de super 8 que ha sufrido el inexorable paso del tiempo. Saltamos de una imagen a otra entre luces y sombras con fondos en negro y primeros planos quemados por exceso de luz. Sonrío a la cámara imaginaria de tu mente, bajando el ala de mi sombrero mientras paseo por la orilla de un Mediterráneo en calma y enamorado. Doy saltos por la arena fría del invierno, corro hacia ti gritando muda un… te quiero. Beso el objetivo y te miro mientras te acercas a mí, dejas caer la cámara sobre la arena y sigue grabando nuestros pies desnudos enredados con un lazo apasionado. Detrás de esas bellas  imágenes suena, igual que un eco perdido en un paraje solitario, los acordes de «When a woman made a man, de Little blue Numbers» Nuestra canción, la de bailar pegados, la de los besos interminables bajo una luna al descubierto en el horizonte que, nos llevará de regreso al hogar cabalgando una tras otra las titilantes estrellas.
Se te enturbian los ojos y mi imagen se disuelve entre lágrimas en blanco y negro. Mientras, un sollozo casi imperceptible se queda atrapado entre las paredes de tu corazón. Lo retendrá ahí en prenda, hasta que consiga encontrar su destinataria  y entregárselo. Entonces yo podré apaciguarlo, calmarlo con el ronroneo de mis caricias y mi voz le susurrará todo aquello que espera encontrar para el descanso eterno de su amor, de nuestro amor.
Sigo aquí vida mía. No fui yo quien desapareció, fuiste tú el que un día comenzaste a descender los peldaños del olvido. Ocurrió así, sin razón aparente. Aquel día sin fecha y sin marca en el calendario no recordabas quiénes habíamos sido ni cuánto luchamos por encontrarnos. Poco a poco la locura del abandono se adueñó de tu corazón, de tu piel, de tu sonrisa y fuimos unos desconocidos que se observaban con escepticismo las manos entrelazadas. Cuando la tierra se abrió bajo nuestros pies nos separamos como náufragos  a la deriva, agarrados a los sentimientos que flotaban sobre las aguas embarradas de un maremoto. Acabaste en tu propia isla solitaria, lejana, añorando un amor que nadaba entre tu mente y mi corazón.
Desde entonces me buscas porque crees que me perdí, que me alejé de ti, que dejé de amarte. Te equivocas. Nunca estuve tan cerca del precipicio de tu respiración, conteniéndola para que siguiera inspirando y exhalando el aire de tus pulmones. Cerca de la comisura de tus ojos que cierro con cariño para que descansen sus agotadas niñas.
Puedo verte cada día mirar a través de las viejas ventanas de sucios hoteles. Puedo ver tus ojos perdidos bajo un techo empapelado, roto por la humedad del agua acumulada. Puedo verte caminar por las calles vacías de un futuro que está por llegar. También puedo verte sentado en ese banco del parque al que solíamos ir a contarnos sueños y deseos. Te veo en cualquier lugar porque estaré siempre a tu lado, porque nuestras miradas se fijarán en la estrella más dorada del firmamento y porque tu alma y la mía se encontraron para no separarse jamás.

     Dejas caer la toalla al suelo. Te has secado del todo. El calor sofocante otorga a tu piel un brillo luminoso. Vuelves a tumbarte en la cama, cierras los ojos y reverbera sobre tus párpados la luz de un neón desde la calle. Es muy intensa y mantiene a raya las sombras trepadoras. Hoy estás a salvo y, me acurruco en tu costado y, me envuelves en un abrazo mientras proyectamos, perdidos en la noche, cada una de las imágenes que hemos grabado y capturado en nuestra mente.
Nos dormimos acunados por los vaivenes de la música. Tu móvil pierde a ratos la señal y a veces se desvanece, igual que una bengala de salvamento en el cielo
Hueles a gel de baño. Ese aroma cítrico y dulce me embriaga por completo. Me relleno de ti y tú te pierdes en mí.
Estoy aquí.
Me has encontrado, siempre lo haces.
Soy yo, tu tercer latido.